¿Por qué los hombres no asumimos las violencias que ejercemos? ¿Qué nos impide verlas y nombrarlas? ¿Cómo podemos indagar en sus orígenes sin justificarlas? ¿Cuál es la vía para cuestionar nuestras creencias y prácticas para transformarlas? ¿Cómo hablar entre hombres sobre estos temas? Estas preguntas dieron pie al conversatorio en línea “Hablemos sobre violencia masculina”, encaminado a reflexionar entre hombres para lograr cambios en nuestras dinámicas personales y colectivas con la intención de contribuir a la erradicación de las violencias contra las mujeres y las personas sexodisidentes.
Comencé este espacio virtual durante los primeros meses de la pandemia con un sentimiento de urgencia por el incremento de agresiones por parte de hombres dentro de los hogares; al mismo tiempo, intenté retomar la discusión sobre la violencia que el movimiento feminista logró posicionar en el espacio público, pero ahora desde nosotros mismos. Para ello busqué propiciar un ambiente de respeto, escucha y confianza que permitiera hablar entre todos desde la voz testimonial y reflexiva, compartiendo historias de vida que facilitaran mirar lo individual, lo colectivo y lo estructural de manera empática, sin juicios, rivalidades ni complacencias.
A lo largo de 33 sesiones surgieron muchas dudas y dilemas envueltas en emociones como dolor, vergüenza, temor e impotencia. ¿Qué hacer cuando quien violenta es un hombre a quien le tenemos cariño, un compañero de ideales y militancia, una persona a quien amamos? ¿Y qué hacemos con nuestra propia violencia? ¿Estamos dispuestos a asomarnos a nuestros actos pasados para encararnos, resignificar, aprender y cambiar?
Así, tejiendo las emociones, ideales, afectos y deseos puestos en común, no sin contradicciones e incertidumbre, con este trabajo busco compartir mi experiencia moderando este conversatorio que duró 3 años, recuperando reflexiones, cuestionamientos y aprendizajes para ayudar a pensar nuevos espacios de diálogo crítico, honesto y fraterno entre hombres.