Dos datos son importantes. Una, la denuncia frecuente de la violencia en el estado de Guerrero hacia las comunidades indígenas. Dos, la idea de pasar de la insensibilidad de competir a la sensibilidad de compartir; es decir, hacernos más humanos. La idea central de este trabajo es explicar cómo le hacen los docentes indígenas para librar su trabajo en medio de la violencia en la región de la montaña baja de Guerrero. Voces como estas son frecuentes de escuchar:
1. Desesperado, el Director de una escuela explica. ¿Qué voy a hacer en mi escuela? Los niños están nerviosos porque en cualquier momento se suelta una balacera. A nosotros los profesores nos tienen identificados; en caso de traer a una persona ajena a la planta docente, necesitamos decir su nombre y a qué va a la comunidad, vivimos bajo zozobra.
2. Un profesor de primaria describe: Nosotros estamos al ritmo de la gente. No se meten con nosotros pero si nos exigen que cumplamos con nuestro trabajo. Hay una obligación de la gente con los dominantes de la región, si no van a una protesta pagan una sanción y, entonces nosotros como escuela, nos adaptamos a ese ritmo permitiendo la ausencia de los alumnos.
3. Una maestra argumenta: A nosotros no nos dicen nada, pero no podemos pasar por ese camino porque el chofer es de un lugar diferente. Es contrario al grupo dominante. Eso nos retrasa en nuestro trabajo o nos expone en la inseguridad.
Como una muestra exploratoria se tomarán cinco experiencias docentes para explicar las vivencias en el trabajo docente indígena.