Recupero mi fortuito, complejo, por momentos tortuoso, pero definitivamente afortunado encuentro con la antropología médica y el impacto que tuvo mi tesis doctoral -entendida como proceso- en los trazos de algunas temáticas y territorios que prefiguran los derroteros por medio de los que he pretendido acercarme a problematizar las representaciones y prácticas en torno a los bien-estares. Intento situar algunos diálogos entre antropología, filosofía e historia de las ideas para esbozar un nudo problemático que articule las distintas inquietudes que he aprehendido en mi vida cotidiana durante los últimos 10 años de encuentros con los procesos de salud-enfermedad-atención y muerte propios y ajenos. Se trata de una apuesta por cuajar, desde un feminismo sureado y sureador, un proyecto de investigación postdoctoral sobre las representaciones, prácticas y experiencias corporales de mujeres de distintas generaciones que habitan en Xochimilco y son parte de espacios de socialización contrastantes -unos por ser estatalistas y otros por no serlo. En suma, es un ejercicio de necedad por construir un viaje antropológico feminista en torno a los bien-estares personales, colectivos y comunitarios desde lo periférico.