En Colombia desde 1991 las comunidades negras, afrodescendientes, afrocolombianas raizales y palenqueras son reconocidas como étnicas dentro del encuadre multicultural y pluriétnico que adoptó el país. Desde entonces estos pueblos se han organizado colectivamente para el reclamo de derechos territoriales como la propiedad sobre la tierra de forma colectiva y el reconocimiento del gobierno propio en clave de la diferencia cultural. Dentro de estas apuestas colectivas se encuentran también la organización y resistencia de las mujeres que han sido fundamentales para su reconocimiento. El presente trabajo aborda la experiencia de mujeres negras y afrocolombianas al interior de un Consejo Comunitario de Comunidades Negras en el Magdalena (departamento del Caribe colombiano) que desde mediados de 1990 han resistido a nivel territorial el racismo, la exclusión y discriminación racial. Desde metodologías como las historias de vida, los círculos de la palabra y entrevistas abiertas, abordo sus trayectorias para el reconocimiento y las estrategias colectivas que han posibilitado transformaciones locales alrededor de la exclusión para mujeres y jóvenes racializados. Como resultado, se encontró que la recuperación de saberes ancestrales alrededor de la medicina tradicional, el baile y la música han ido de la mano con la puesta en escena de su corporalidad y procesos de pedagogía como un mecanismo de construcción de identidad cultural, donde sus lugares de enunciación como mujeres racializadas son centrales. En este sentido, agruparse como mujeres negras ha posibilitado que se inserten en escenarios más amplios desde su propio contexto y saberes más allá de las politizaciones discursivas de los feminismos, lo que lleva a una reflexión más amplia y una pregunta por cómo articular las diferentes apuestas de las mujeres en los distintos escenarios para descentrar la desigualdad estructural mediada por el género y la vigencia social de la raza.