La Ciudad de México fue construida sobre un sistema de lagos en la época prehispánica y desde entonces la urbanización ha crecido, borrando prácticamente los cuerpos de agua que le dieron vida a la cuenca. Las tecnologías de construcción, la ingeniería hidráulica y de suelos, los planificadores e ingenieros urbanos, han sidp claves en este proceso. Sin embargo, este borramiento del pasado lacustre de la cuenca es efectivo únicamente si pensamos en los lagos como materialidades visibles. En los restos y capas más profundas, éstos continúan latentes. El suelo actual de la Ciudad de México está compuesto por lodo y arcilla con altas concentraciones de agua; una suave superficie que sigue actuando sobre, incluso acechando la ciudad, y a la vez brinda a sus habitantes formas particulares de habitar y afrontar el suelo que construyen, viven y caminan; también posibilita la presencia del estado en formas sutiles y ámbitos inesperados.
En esta ponencia analizamos cómo la vida cotidiana en el Valle de Mexico afecta y es afectada por las sustancias que componen su suelo. Las formas tanto abruptas como sutiles en que el suelo se mueve y nos mueve, son una de las particularidades de habitar esta cuenca que nos interesa explorar. Analizaremos los modos en que las materialidades de estos suelos permean las obras, superficies e imaginarios de diversos contextos e intentos de domesticar y habitar la cuenca, sobre todo a partir de la infraestructura, de la tecnología y la ingeniería. Nos interesa prestar atención en las formas en que estamos inmersos en una relación mutuamente constitutiva con el vibrante entretejido de agua y tierra que conforman los suelos que habitamos y con los cuáles se entrama la política de esta ciudad. Desde esta perspectiva queremos llamar la atención sobre la posibilidad de activar la etnografía para entender la configuración del estado y sus formas de gobernar, inclusive las formas de reclamar y resistir, más allá del ámbito territorial y de las categorías de territorio y propiedad. Drenar el agua imbricada en la tierra, controlar el suelo gelatinoso, lavar los suelos salitrosos, estabilizar los suelos fangosos, reclamar el regreso del lago… todas ellas son formas en que la política también se juega y adquiere forma, en medio de fuerzas más allá de lo humano.