En 2019 el gobierno de López Obrador inauguró el programa Sembrando Vida como parte de la estrategia nacional para remediar la pobreza rural, degradación ambiental, insuficiencia alimentaria y migración resultantes de las políticas neoliberales de gobiernos anteriores. Estudios recientes han mostrado las limitaciones técnicas del programa, señalando su incapacidad para responder a las causas estructurales que subyacen a la pobreza rural (Gómez-Rodríguez et al. 2023), así como sus dimensiones políticas que apuntan a alcanzar una ‘correcta disposición de las ruralidades del país’ (Cano Castellanos 2024). A pesar de ello, los estudios también muestran que el programa representa un apoyo significativo a la economía de las familias rurales. El presente trabajo explora los modos en que Sembrando Vida manifiesta algunas de las contradicciones inherentes a la relación entre el Estado Mexicano y el sector rural. Con base a mi trabajo etnográfico en Norogáchi, una localidad indígena (rarámuri) y mestiza de la Sierra Tarahumara de Chihuahua, aporto elementos para entender el contexto bajo el cual el programa es valorado por sus beneficiarios. Específicamente, analizo como Sembrando Vida ofrece un subsidio para la reproducción de la vida campesina en un contexto de crisis socioambiental (i.e., deforestación, sequías, expansión del crimen organizado), pero también su incapacidad para ofrecer soluciones significativas a estas crisis. Mi trabajo expone en carne viva una de las contradicciones que dan forma a la ruralidad mexicana, a saber: la búsqueda de autonomía como la posibilidad para formular modelos de vida bajo marcos culturales propios, y la dependencia rural a la intervención estatal. Mi trabajo aporta elementos para entender dicha contradicción como resultado del modelo extractivo que ha configurado las dinámicas regionales de la Sierra Tarahumara.