Cada gota de sangre, cada flujo sangriento, suele tener efectos cosmológicos perturbadores. El registro etnográfico entre los pueblos otomíes nos advierte que a veces la sangre no se convierte en maíz ni es principio de la vida humana sino que por el contrario, detona otro tipo de existencia, paradigmáticamente rapaz. Esta ponencia discute el lugar histórico de esos hombres “valientes”, peleoneros y matones, junto con sus derramamientos de sangre, en la génesis del cosmos, así como la urgente regulación, contención y encauzamiento de su poder a manos del saber chamánico, exponiendo la similitud pero también las distancias entre el asesinato y el sacrificio, entre la guerra y el chamanismo.