Se presenta un esbozo microhistórico de un Club de Futbol Amateur en su rama Femenil, con una tradición de poco más de una década. Para tal labor, se ha realizado trabajo de campo de corte etnográfico con acompañamiento intensivo en entrenamientos, juegos y otras actividades de este Club por espacio de año y medio, lo que permitió perfilar los lazos identitarios que unen a esta comunidad y sus vínculos con el entorno.
La microhistoria del Club forma parte de historias que se pierden en el llanero, que arde en llamas de pasión deportiva, que van de la melancolía a la felicidad, de la violencia a la catarsis cuasitotal, todo esto en el espacio de un rectángulo de 45 por cien metros, y el lapso de -más o menos, dependiendo de la modalidad de futbol- 90 minutos.
La labor realizada acompañando al Club ha permitido observar entre sus dinámicas la importancia de la integración y la instrucción en valores como parte de la tradición de las prácticas corporales de la educación física; por otro lado, la forma en que juega el género en el campo, muestra una hibridez entre los roles esteriotipados y el resquebrajamiento de las imposturas sexogenéricas, y las particulares formas de socialización en femenino, que dan la pauta para pensar en formas otras de socialización en “camino hacia una era postpatriarcal”.
La vida deportiva cotidiana del Club pasada por pandemia, la breve historia de una heroína que surge y representa la filosofía del mismo, el uso del espacio y tiempo en la cancha como resistencia ante los embates neoliberales del capitalismo deportivo, y la manera en que este demuestra sus efectos, -que fueron muy claros durante la pandemia, obligándolo casi a desaparecer-, forman parte de una digna/historia/digna de ser contada.