Previo, durante la pandemia y en la nueva normalidad, hemos acudido a convivir en una sobreexposición de inseguridad y violencias inéditas en lo que va del siglo XXI, y otras que persisten e incluso se replican continuamente como los intentos y los linchamientos consumados. Desde las ciencias sociales, se han multiplicado los esfuerzos interdisciplinarios por establecer marcos referenciales, tipologías y caracterizaciones, que buscan ofrecer respuestas a estas problemáticas sociales recurrentes y sin tregua.
En este trabajo se acude a una revisión de autores varios que han abordado la complejidad y contemporaneidad del tema, para posteriormente situar la vigencia de estas violencias tumultuarias a través de un recuento documental en el contexto de las comunidades y municipios de la entidad federativa de “Tlaxcala sí existe”, pues en promedio se registran 12 casos por año entre intentos y consumatum, y es 11 a nivel nacional en este tipo de eventos. Pese a que la narrativa y la praxis considera “Una nueva historia” de contrarrestar este tipo de violencias extremas y con resonancia colectiva, ante el riego latente de “la justicia por propia cuenta” la mano dura del Estado re-monopoliza la violencia.
El 10 de febrero de 2023 con una gobernadora emanada de la 4T actualizó el decretó estatal en materia de “Protocolo de actuación policial para prevenir y atender casos de linchamientos en el estado de Tlaxcala”, y que ahora como “escarmiento” persigue, condena y encarcela a todos aquellos que directa e indirectamente los ha involucrado como sus perpetradores, incluyendo a sus autoridades locales tradicionales, si, aquellos que con antelación demandaban el hartazgo de la inseguridad y la presencia del crimen organizado en sus terruños.