La situación que actualmente vivimos en torno al agua pone sobre la mesa de discusión los límites físicos de los ecosistemas y su capacidad para “resistir” los embates del paradigma occidental y sistema económico. La pérdida de la disponibilidad del agua, la exacerbación de la centralización de los controles, la desigualdad en el acceso y su apropiación, nos hablan de “una avalancha de problemas ecológicos que parecieran ajenos a la voluntad humana, pero que en realidad han sido socialmente construidos, nos hablan de una crisis de saber y poder” (Tyrtania, 2015).
De cara a lo anterior resulta ingenuo dejar fuera del análisis los aspectos físico-bióticos propios de la condición humana y su relación con el medio ecológico en el las sociedades humanas se desenvuelven. Esto no solo puede resultar en muchas limitaciones en el momento de asumir (teórica y metodológicamente) los retos que la vida actual nos urge atender, sino una comprensión segada y parcial ésta.
Por lo tanto, en el presente trabajo discuto una propuesta teórica-metodológica que parte de la ecología cultural de Steward conjugada con en análisis que Adams efectúa sobre el poder social y los 8 principios de diseño institucional propuestos por Ostrom para comprender el proceso de adaptación del ser humano a su ambiente, así como la evolución sociocultural; esta exposición va acompañada de una reflexión epistemológica sobre la pertinencia de conjuntar estos enfoques bajo el macro explicativo de la teoría de evolución entendida desde la Termodinámica de Sistemas Abiertos (TSA) de Prigogine.