En los últimos años, los procesos de organización de mujeres indígenas, concretamente en la ciudad de Chihuahua, han cobrado relevancia en varios sentidos, pues a partir de la conformación de redes interculturales, donde participan mujeres de diversos pueblos originarios (rarámuri o tarahumaras, ódami o tepehuanas, o’oba o pimas, warijó o warojías y chatinas) despliegan estrategias para participar en el ámbito público y fortalecer lazos colectivos que las llevan a tener una agenda propia. En este sentido, las formas clásicas que desde diversos estudios etnográficos han hablado de las mujeres indígenas en esta región, están siendo replanteadas por las mismas mujeres y los procesos de cambio que las atraviesan, es decir desde sus experiencias al enfrentar al sistema de opresiones, propio de la sociedad dominante chihuahuense.