En México desde hace algunos años se empezó a visibilizar el racismo que afecta no sólo a los pueblos indígenas y personas afrodescendientes, sino a la mayoría de la población: las personas morenas. Se comenzó a cuestionar el papel que tiene el color de piel en las relaciones sociales que se establecen en el país. En este trabajo quiero mostrar, a través de algunas historias de vida, el racismo y el clasismo que está presente en universidades donde asisten jóvenes de élite en la Ciudad de México. En nuestro país son pocas las etnografías que se han realizado sobre la clase alta o los sectores dominantes. Esto se puede deber a que el trabajo antropológico es un conocimiento situado que requiere relaciones cara a cara. Los integrantes de las clases altas se mueven en espacios restringidos y de difícil acceso, por lo que escudriñar en su mundo implica todo un reto para quienes practicamos la antropología.