En esta red de reciprocidades en juego, “todo florecimiento es mutuo” (Kimmerer, 2021). Por lo tanto, enmarañarse con otros cuerpos se vuelve crucial para sobrevivir. Es necesario partir de esa premisa para así, mediante una epistemo-estesis, como proponen Giraldo y Toro (2020), prestar atención, a través de los sentidos, las sensibilidades, las sensaciones y los afectos, a los paisajes fantasmagóricos del Antropoceno (Tsing, Swanson, Gan y Bubandt, 2017).
La comunidad de Zacacuautla se encuentra dentro del municipio de Acaxochitlán, en el estado de Hidalgo. Desde hace más de 20 años, en Zacacuautla existe un movimiento por la defensa territorial del monte contra la tala clandestina, donde participan corporalidades diversas, principalmente mujeres, niñes y otras especies más allá de lo humano que habitan el territorio. Preguntarnos por esas muchas historias de vida y muerte, esos fantasmas que ha dejado la tala clandestina como huellas del pasado, el presente y el futuro en el paisaje viviente de Zacacuautla, permitirá conocer los intentos más que humanos de permanecer vivos en un territorio explotado por las tendencias globales de consumo capitalista que mercantilizan y violentan la vida.
El entrecruce de la antropología, la etnografía colectiva y el arte ha servido para prestar atención a los enredos fantasmagóricos del paisaje de Zacacuautla. A través de una serie fotográfica, esta ponencia se propone mostrar diversas maneras en que la co-construcción de tramas multiespecie y redes afectivas han articulado proyectos culturales contrahegemónicos como respuesta comunitaria para combatir la violencia y postergar el fin del mundo.