La experiencia que en los distintos roles experimentamos es lo que nos hace quienes somos; son las múltiples máscaras que portamos lo que nos hace personas (Goffman, 1997). En nuestras sociedades el rol desempeñado en el trabajo es uno de los que mayor repercusión tiene en la construcción de nuestra máscara: el trabajo posee, además de una dimensión material, una simbólica (Nieto Calleja, 1998). Así, el trabajo puede ser leído como parte de la cultura (Geertz, 1973) y, por tanto, se vuelve comprensible que existan tramas de sentido socialmente compartidas que se tejen alrededor de la actividad laboral ―ya sea visto como práctica o como objeto de representación (Nieto Calleja, 1998)― las cuales impactan en la forma en que las personas percibimos los distintos trabajos y a quienes los ejecutan.
Es bajo estas consideraciones que a lo largo de esta ponencia busco presentar una reflexión en torno a algunos de los elementos de identificación (Hall, 2003) a los que los y las integrantes del cuerpo policial se insertan, y se ven expuestos, al ingresar como trabajadores de la institución policial en México. En ese sentido, para conseguir mi objetivo, además de analizar algunos de los elementos de identificación modelados por la institución, echaré mano a algunas de las representaciones sociales (Jodelet, 2008) que giran en torno a la labor policial, así como a algunas reflexiones sobre lo cotidiano de la labor. De tal manera, concluyo que aunque existen elementos representacionales de la policía con un fuerte estigma para el o la trabajadora de la institución, hay otros que, junto a actos de resistencia (Scott, 2006) y de reflexividad, permiten a los y las policías resignificar el sentido de su trabajo.