La nostalgia, como emoción de la añoranza por el “hogar” perdido, idealiza un pasado irrecuperable. No toda la nostalgia da lugar a imaginar un futuro posible; a veces sólo recuerda un tiempo que fue mejor. Otras veces es impulso para imaginar, incluso para actuar a favor de un futuro que nos regrese al tiempo perdido frente a un presente insatisfactorio. La nostalgia se liga a la memoria selectiva y al deseo. El pasado idealizado y el presente nostálgico pueden dar lugar a futuros residuales. Algunos de ellos plantean el regreso al futuro pasado hiper tecnológico, optimista con la modernidad, que suele expresarse en estéticas y productos culturales; otros tratan de rescatar las utopías socialistas o las sociedades conservadoras nacionalistas; otros más optan por imaginar y construir un futuro premoderno, incluso primitivista, que puede dar lugar a la emergencia de nuevas posibilidades más viables y deseables desde el punto de vista del respeto y la preservación de la vida.
La nostalgia puede ser señal de carencia de imaginación y de voluntad de cambio; pero también puede impulsar futuros luminosos. Se propone discutir cómo, y desde dónde, significamos y nos relacionamos con el pasado; asimismo, si, y cuándo, la nostalgia puede ser útil para construir lo nuevo. Se apunta hacia la posibilidad de una nostalgia creativa, que aluda a lo posible, desde el imaginario radical.