En los últimos años en diferentes geografías de Abya Yala, observamos la gestación de una nueva generación de cineastas indígenas que construyen una nueva mirada sobre sus comunidades, con base en la autoreflexividad sobre cuáles son las problemáticas que les interesa poner en relevancia desde sus pueblos. Siguiendo a Galindo (2021), se reflexionará sobre las narrativas desobedientes del audiovisual contemporáneo en pueblos originarios, como descentramiento de la mirada occidental, que permite abrir novedosos caminos en las estéticas decoloniales, con base en el uso del cine como regeneración del tejido social y puesta en circulación a nivel global de los discursos contemporáneos de los pueblos originarios.
Existen ejemplos que ponen en discusión la revalorización de la mirada en forma de rupturas con la colonialidad del ver (Barriendos, 2011) que contribuyo a la construcción imaginaria-colonial del salvajismo (Galindo, 2021), como por ejemplo el audiovisual maya y zoque contemporáneo de Saúl Kak o María Sojob; los trabajos de Francisco Huichaqueo o Moira Millán desde los pueblos mapuche; las historias que nos cuenta Sindi Yeraldi Ortega Juagibioy desde su subjetividad como Kamëntsá, entre muchos otros más.
No se trata de un nuevo proceso de exotización desde la externalidad mestizocrática como la que se hizo por décadas desde la antropología y el cine etnográfico, sino de esas miradas comunitarias que regresan a casa con la “democratización” de los medios audiovisuales, o que quizá, como dice Fortino Domínguez, son miradas que nunca se fueron de sus territorios.