Esta ponencia surge del trabajo autoetnográfico sostenido sobre mi mente y cuerpo, como mujer psiquiatrizada en búsqueda de reconstrucción de mi propia identidad, en un inicio trastornada y bipolar, y mi transformación hacia una identidad política en el activismo en primera persona. Aquí presentaré algunos hallazgos de mi paso, como migrante ecuatoriana recién llegada a España, por el colectivo activista “Orgullo Loco Madrid” y las implicaciones que esto tuvo sobre mi autocomprensión de los trastornos mentales y el devenir sociocultural de los individuos que los sufrimos.
El objetivo de este trabajo en parte es cuestionar el poder performático del diagnóstico psiquiátrico, la exclusión y el estigma individual como praxis cosificante de una otredad indeseada y los alcances socioculturales de la reapropiación de la locura como eje disruptivo, en un contexto donde lo hegemónico es la comprensión de la locura como enfermedad mental individual de dominio exclusivo de las ciencias psi y bio, especialmente de la psiquiatría. Partiré del concepto de “injusticia epistémica” de Miranda Fricker, que es una forma de violencia estructural donde se nos silencia, se nos despoja de credibilidad y de autoridad para hablar de nuestras propias experiencias vitales como colectivo vulnerable.
Intentando revertir esta injusticia, reflexionaré sobre las reivindicaciones del colectivo “Orgullo Loco Madrid”, que giran en torno a la despatologización del sufrimiento psíquico, la erradicación de las violencias psiquiátricas, el desplazamiento de las responsabilidades de la aflicción de lo individual hacia lo colectivo y el derecho a la locura. Poniéndolas a dialogar con las nuevas narrativas socio-económicas con las cuales he logrado alejar de mí misma el discurso biomédico, para enunciar mi aflicción desde contextos específicos del capitalismo tardío y su opresión sistemática de los trabajadores, especialmente de las mujeres. Entendiendo esta relectura vital como contra hegemónica pues rechaza el “deber ser” del paciente psiquiátrico.