El manejo integrado de recursos hídricos de manera sostenible es una necesidad apremiante ante la creciente presión que se ejerce sobre el vital líquido, esto como producto de múltiples factores como el acelerado crecimiento demográfico, la urbanización, industrialización y la expansión de la frontera agrícola. Una gestión efectiva y sostenible del agua implica el comprender y conocer a los diversos actores que utilizan este recurso, entre ellos los usuarios urbano, industrial y agropecuario, así como a los actores institucionales que la gestionan y por ende las normas y reglas, tanto formales como informales, que rigen su uso. En este contexto, el método Delphi y la investigación participativa y acción comunitaria, emergen como herramientas valiosas para obtener información y perspectivas expertas que pueden informar y coadyuvar a generar estrategias más eficaces y sostenibles, específicamente en un entorno de gestión de un recurso de uso común (Ostrom, 1990).

En un entorno dinámico y evolutivo en donde los factores sociales y ecológicos están en constante cambio, ya sea por modificación de los patrones naturales de los ecosistemas o por la evolución de las normas sociales y estructuras de gobernanza, es importante reconocer la diversidad y complejidad para abordar la gestión efectiva del agua en donde pugnan por su uso diferentes actores, valores, prácticas y conocimientos. La complementariedad de estos enfoques se centra al poder obtener una percepción tanto de los actores institucionales que gestionan el agua como de los usuarios directos, lo que proporciona información valiosa sobre los desafíos, necesidades y perspectivas que tienen, de esta manera se generan los elementos para una comunicación dialógica inexistente en la realidad y permite una comprensión holística de la gestión del agua, al considerar tanto el enfoque técnico de expertos como la experiencia contextual de la comunidad. En consecuencia, esto permite una toma de decisiones informada y equitativa en la que se identifican y proponen políticas y estrategias basadas en la experticia y la co-creación de soluciones ajustadas a las necesidades y contextos específicos de la comunidad. La retroalimentación iterativa a través de múltiples rondas hace posible analizar la efectividad y aplicabilidad de estas reglas, identificar lagunas y áreas que requieren reformas o fortalecimiento de las regulaciones existentes al igual que refinar ideas y perspectivas, proporcionando recomendaciones concretas y realistas para mejorar las formas de gestión del agua.

En conclusión, el conjugar estas dos aproximaciones mediante la recopilación y síntesis de las opiniones de expertos al igual que de los conocimientos y experiencia de la comunidad, permite generar un diagnóstico más certero, así como una comprensión más profunda de la forma que los usuarios se apropian del agua. Se espera que los resultados que emergen pueden ayudar a formular políticas y estrategias más certeras y un conocimiento enriquecido derivado de este abordaje cualitativo y se pueda fomentar una colaboración más informada entre los actores lo que permitiría fortalecer las regulaciones existentes, garantizando así un uso responsable, equitativo y sostenible del recurso hídrico para de esta forma garantizar la estabilidad de los socio ecosistemas.