Este trabajo es un primer planteamiento para el desarrollo de investigación de tesis de maestría cuyo objetivo es analizar y observar el turismo como actividad económica, la cual ha crecido exponencialmente desde inicios del siglo XXI. Sin embargo, a menudo se pasa por alto el impacto que tiene en el medio ambiente, como en las comunidades locales. En el caso de Las Barrancas del Cobre, de la Sierra Tarahumara, México, el turismo se ha convertido en una forma de extractivismo que afecta tanto a la ecología como a la cultura de la región a partir de su exotización y fetichización, lo que genera relaciones asimétricas entre la industria y la población local.
El extractivismo turístico se refiere a la explotación de los recursos naturales, principalmente el paisaje, y culturales de una región para el beneficio de los turistas y las empresas turísticas, excluyendo de beneficios de la derrama económica y apropiándose territorialmente del paisaje de los ralámuri y rancheros mestizos. En el caso de Las Barrancas del Cobre, el turismo se ha centrado en la belleza natural de la región, lo que ha llevado a la construcción de hoteles, restaurantes y otras infraestructuras turísticas que han tenido un impacto negativo en el medio ambiente y provocando conflictos por despojo. Además, el turismo ha llevado a la apropiación cultural de los grupos indígenas de la región, lo que ha afectado negativamente a las comunidades locales a partir de vulnerar la imagen ralámuli exponiéndolos al exotismo y la discriminación al ofertar su modo de vida como atractivo.
De tal forma que, desde la ecología política como enfoque teórico, el análisis de trabajo se centra en la relación entre el medio ambiente y el poder sobre la apropiación del paisaje y territorio de Las Barrancas del Cobre. Ya que ha tenido un impacto negativo en la ecología y las culturas de la región propiciando un desequilibrio social y relaciones asimétricas entre la industria turística y dentro de las comunidades locales.
Desde el modo de vida ralámuli, el medio ambiente es sagrado y los seres humanos deben vivir en armonía con él. Sin embargo, el turismo ha llevado a la apropiación cultural de la región, lo que ha afectado negativamente las relaciones entre los ralámuli y su entorno ya que el turismo ha tenido un impacto negativo en la biodiversidad al alterar ese equilibrio al despojar territorialmente.