La ponencia tiene como objetivo abordar la experiencia de trabajo de campo como mujer en un contexto de violencia estructural: la meseta p’urhepecha en Michoacán, México. Si bien la investigación antropológica que se lleva a cabo en dicho lugar es sobre procesos educativos interculturales y bilingües en dos escuelas primarias indígenas, el entorno se ha visto cada vez más afectado por la presencia de cárteles y actividades relacionadas con el crimen organizado que han modificado no sólo las dinámicas comunitarias, sino la asistencia y permanencia de investigadoras/es externos. Desde 2009 realizo trabajo de campo en San Isidro y Uringuitiro, dos comunidades p’urhepechas en la sierra michoacana. Durante ese tiempo, he llevado a cabo estancias de trabajo de campo en solitario como estudiante de posgrado (en la maestría y el doctorado), y desde hace un par de años, como profesora, he acercado a estudiantes de licenciatura para que realicen prácticas y conozcan el proyecto educativo que se implementa ahí (que tiene como base la enseñanza de la lengua p’urhepecha y de contenidos escolares culturalmente pertinentes). La experiencia etnográfica en la meseta p’urhepecha, me permite reconstruir los cambios que se han dado en el contexto (ciudades y comunidades cercanas, así como donde se realiza la investigación), y las formas en que he tenido que implementar estrategias y protocolos de seguridad para cuidarme a mí y a otras colegas con las que suelo viajar, así como a las y los estudiantes que lleguen a asistir. Por ello, tomamos precauciones para los traslados, los horarios en que nos movemos dentro y fuera de la comunidad, la asistencia a eventos y actividades sociales de distinto tipo, entre otras. Particularmente, expondré un par de experiencias personales que me obligaron tanto a reparar en la vulnerabilidad de ser una antropóloga realizando una investigación en la sierra michoacana, como en las responsabilidades que como profesora adquiero con la integridad y seguridad de mis alumnas y alumnos en trabajo de campo.