El modelo de agricultura intensiva en Sinaloa ocasiona una degradación ambiental regional que impacta a otros ecosistemas y actividades productivas como la pesca, impone dinámicas de explotación laboral durante las cosechas, fomenta la migración laboral nacional (principalmente de comunidades indígenas del centro y sur del país), y genera una política pública estatal que acentúa una agenda dependiente de la agroindustria.
El estado posee una riqueza natural única debido a su situación geográfica y a la variedad de ecosistemas que permiten la realización de distintas actividades productivas. El patrimonio biocultural es diverso, pero está en peligro debido a las exigencias del mercado nacional e internacional de alimentos por más campos de cultivo de regadío, desestimando la conservación del patrimonio natural local como fuente de alimento y de sustento de dinámicas culturales de las regiones rurales y los grupos indígenas.
La ponencia también expondrá cómo el modelo agrícola intensivo, potenciado por una política pública sostenida durante décadas y por el voraz crecimiento de la agroindustria, genera estragos medioambientales que se suman a las sequías estacionales, poniendo en riesgo a la misma actividad, sin considerar alternativas que reducan el impacto medioambiental local y regional, que mejore las condiciones laborales y de vida de los miles de jornaleros que emplea, que sea menos dependiente del mercado de alimentos y que fomente la conservación del patrimonio biocultural de la región.
Por lo anterior se propone una (re)patrimonialización de los recursos naturales de Sinaloa y la promoción de modelos extractivos menos agresivos con el ambiente, con menor dependencia del mercado de alimentos, rescatando vocaciones agrícolas tradicionales. Para esto solo se ocupa un consenso entre los agroindustriales y los gobiernos del estado, ya que el resto de los actores están ahí, aún sostenidos de sus prácticas tradicionales.