Considerada durante largo tiempo bajo la óptica del folklorismo y de la antropología simbólica, en este trabajo se propone que la llamada “danza de monos” en Santiago Momostenango, población maya k’iche’ de Guatemala, no sólo consiste en una puesta en escena de símbolos en una dinámica de “posesión” de los danzantes por los espíritus animales que representan, sino que se inserta en un complejo cosmológico y ontológico caracterizado por la depredación de las fuerzas telúricas hacia los seres humanos, provocada por las faltas cometidos por los mismos contra la tierra o “Santo Mundo”. Las cofradías de danzantes son reclutadas entre aquellos que buscan resarcir la mala fortuna social o económica provocadas por el ataque de los espíritus animales de la tierra (awaj mundo) sobre sus co-esencias (nawal); dichos espíritus animales también están identificados con los espíritus de los muertos olvidados y con la ira de los antepasados. Por tanto, el baile propone una identificación entre los danzantes y las fuerzas telúricas con el fin de aplacar a dichos poderes.