Los hitnü, indígenas de tradición nómada, estuvieron en aislamiento hasta la década de los 60. Desde 2009 parte de ellos viven en la ciudad de Arauca, víctimas de desplazamiento forzado por el conflicto armado. Este estudio buscó comprender cómo los hitnü, a través de sus prácticas de autoatención, articulan diferentes modelos para el manejo de sus condiciones de salud en el contexto urbano. Se realizó un estudio etnográfico con observación participante y entrevistas a familias. Los resultados evidencian la articulación de los modelos tradicional y biomédico, y cómo sus prácticas para atender su salud han sido permeadas por manifestaciones de violencia, como acceso limitado a plantas medicinales, a sus sabedores, al alimento y al agua. Presentan desnutrición, infecciones agudas, dermatosis, enfermedad de Chagas, tuberculosis y adicciones, así como tristeza por no tener un territorio, y miedo a lesiones físicas, amenazas y robos que experimentan donde habitan. El territorio compartido con migrantes venezolanos, en condición de refugiados, ha llevado a la competencia cotidiana por las ayudas otorgadas por las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales. Allí son evidentes las acciones con daño desde las instituciones de apoyo humanitario, incluyendo las asociaciones indígenas que aprovechan su vulnerabilidad con fines de lucro. Se desconoce la cultura hitnü, por lo que las intervenciones alimentarias, educativas y de salud no son efectivas. El prejuicio, la discriminación y otras expresiones violentas contra los hitnü pasan desapercibidas en un país habituado a la violencia, pese al supuesto cuidado obligatorio del Estado colombiano. Se propone que la antropología médica no solo reflexione sobre la violencia, sino que, ante grupos con dificultades para el manejo de la lengua dominante, rezago educativo, y baja gobernanza propia, con otros grupos indígenas y las instituciones, asuma un rol activo que impacte las políticas públicas y rompa el círculo vicioso de invisibilidad social.