En el marco de mis investigaciones etnográficas sobre el arte contemporáneo en México y en Quebec, me interesé en la creatividad distribuida que observé más específicamente en prácticas artísticas participativas que abordan temas relacionados con la crisis ambiental.
En estas prácticas, marcadas por la influencia de la ecología política, las teorías decoloniales, la ontología de lo vivo o incluso la ecosofía, artistas buscan dialogar con grupos sociales o comunidades, reconocer sabidurías locales, alimentar relatos alternos y dar voz a las luchas.
Mi interés por la interacción social que genera la forma artística me lleva a ampliar mi campo de análisis de estas obras, más allá del encuentro entre las personas reconocidas como artistas y participantes, para incluir una multitud de actores involucrados directa o indirectamente en el proceso co-creativo a partir de sus intereses y visiones no siempre convergentes.
Veremos que uno de los desafíos que plantea este tipo de trabajo de campo etnográfico es él de tomar en cuenta, sin perderse en el intento, la fuerte presencia de discursos especializados del arte contemporáneo que cuestionan, pero que no descartan, las ideas fundadoras del mito modernista del arte (autonomía del arte, libertad de creación, autoría situada en la persona del artista, etc.). Estos discursos conviven en el marco de los proyectos analizados, con concepciones artísticas alternativas resultantes de apropiaciones específicas del concepto de arte y de formas de expresión locales.
Para llevar a cabo mi investigación, utilicé metodologías participativas y creativas que me permiten aprovechar los efectos de la investigación etnográfica al posicionarme desde adentro, primero como coorganizador de una exposición centrada en el arte participativo, luego como antropóloga colaboradora en un proyecto de arte comunitario y finalmente a través de métodos de análisis y difusión basados en el arte.