A partir de la crisis dramática en materia de desaparición que se vive en México, se han generado narrativas políticas con una clara dimensión necropolítica, sostenidas sobre el principio de que hay actores (el propio Estado u organizaciones criminales) que deciden quién puede vivir y quién no (Mbembe, 2011). Desde el Estado se han ido construyendo un conjunto de discursos y prácticas que suelen revictimizar a los familiares de personas desaparecidas, y que en algunos contextos producen la estigmatización y criminalización de los colectivos de familiares, de los defensores de Derechos Humanos y solidarios que los acompañan e, incluso, de los mismos desaparecidos.
En esta ponencia me propongo reflexionar sobre las formas de resistencia y “respuesta” colectivas que, desde los colectivos de familiares de personas desaparecidas, se han presentado, precisamente, como reacción a las prácticas y narrativas estatales en torno a la desaparición. Los colectivos de víctimas no sólo han generado contranarrativas para subvertir el relato hegemónico sobre las personas desaparecidas (González Enríquez), sino que han desplegado una de los dispositivos pilares de la comunidad de búsqueda: la práctica de escucha ética. Asimismo, me parece importante reflexionar sobre la producción de saberes que los colectivos vienen construyendo desde diferentes ámbitos (jurídico, forense, político, emocional) en este contexto de violencia.