La industria restaurantera en la ciudad de Sevilla, España, ha crecido rápidamente a partir del final de la contingencia sanitaria derivada del COVID. Por una parte, los y las residentes sevillanas buscan recuperar la sociabilidad prepandémica, y por otra, las visitas turísticas a la ciudad han superado previos niveles históricos. Ante tal demanda el paisaje culinario-gastronómico urbano se ha expandido, y los tipos de restaurante se han multiplicado, proliferando así los bares de tapas, las abacerías, los restaurantes de cocina “tradicional” sevillana y andaluza, de alta cocina andaluza y española, de innovación gastronómica andaluza, restaurantes fusión, así como japoneses, turcos, peruanos, mexicanos, de pizzas y hamburguesas (incluyendo las marcas transnacionales y otras que ofrecen versiones “sofisticadas”). En esta ponencia describo y analizo cómo los restaurantes, en este contexto, se transforman en escenarios para el perfomance de identidades locales, regionales, nacionales y cosmopolitas. Los restauranteros diseñan el espacio de sus establecimientos haciendo uso de la citacionalidad de distintos códigos estéticos Los restauranteros mismos, desde la vestimenta que eligen, sus discursos y sus formas de interacción con sus clientes, citan y despliegan estrategias miméticas que afirman sea su tradicionalismo, su disposición Avant Garde, o su localismo o su cosmopolitismo. Los comensales también realizan un performance en su elección del lugar para comer, el tipo de comida, su apreciación explícita por la estética de la comida, así como de sus citas corporales, sea al parroquialismo del bar de tapas, o la sofisticación foodie de las elecciones gastronómicas. Adicionalmente, en esta ponencia, hago explícito el valor de signo que lo “único” tiene para los distintos actores sociales que interactúan en el paisaje culinario-gastronómico sevillano.