Los estudios culturales acerca de la música y la juventud se han enfocado en destacar las prácticas, discursos y experiencias de las clases subalternas vinculadas a estilos musicales y producciones culturales contestatarias, subterráneas, similares a los estilos alternativos o no hegemónicos. Un argumento similar es presentado por Nilan y Feixa (2014) al criticar la caracterización disciplinaria de la juventud contemporánea.
Por otro lado, Carl Wilson (2014) se plantea la posibilidad de realizar lecturas alternativas de los discursos musicales situados en la industria del pop, los cuales suelen ser desacreditados como objetos de estudio en el análisis sociocultural, aunque siguen resonando en la escucha de amplios grupos sociales, incluyendo la juventud en el sur y el norte globales.
Nos referimos a géneros y estilos musicales como el reggaetón (y otros dentro del género “urbano”) y los corridos tumbados (clasificados como “música regional mexicana”), que, además de ser géneros latinoamericanos, han adquirido relevancia en la industria transnacional del pop, influyendo en las percepciones y representaciones sociales de las identidades nacionales y regionales. Olvera Gudiño y colaboradores (2021), por ejemplo, caracterizan el proceso de redefinición de “lo mexicano” tras la norteñización musical transfronteriza en el territorio nacional.
Estos estilos musicales han transformado completamente los imaginarios de “lo joven” y sus posicionamientos identitarios, así como sus prácticas, sobre todo en el contexto de la pandemia. Sin embargo, ¿cómo ha recibido la escucha académica esta disrupción? ¿Cómo evitar la estigmatización que reduzca estos discursos sociomusicales a una romantización de la violencia? ¿Qué están ofreciendo estas músicas a las juventudes y qué significados depositan en ellas?
El tema seguirá siendo objeto de debate. El propósito de esta ponencia es plantear cuestionamientos y “escuchar la escucha” de algunos jóvenes en esta avanzada segunda década del siglo XXI. Esta ponencia se enfoca tentativamente en jóvenes de Tuxtla y San Cristóbal, Chiapas