En contextos de violencia protagonizada tanto por grupos delictivos ligados al narcotráfico como por la creciente militarización, la búsqueda se ha vuelto una tarea urgente para miles de familias que ven desde el Estado respuestas tardías, omisiones, negligencias y en muchas ocasiones incluso complicidades.
A partir del 2017 en el centro del país y particularmente en Guanajuato la desaparición de personas cobra mayor visibilidad con los más de 15 colectivos de buscadoras que surgen entre el 2019 y 2022 como organizaciones casi exclusivamente de mujeres que emprenden tareas de búsqueda tanto en vida como en fosas clandestinas, gestión y presión a las autoridades.
Presento en este trabajo un recorrido que a partir de una estrategia etnográfica y de acompañamiento (de octubre del 2020 a noviembre del 2023) me ha permitido ser parte de diversas acciones de varios colectivos de buscadoras en Guanajuato (segundo estado con el mayor número de personas desaparecidas actualmente). Tanto la observación, como los testimonios recuperados en entrevistas, movilizaciones y encuentros de bordado son el material discursivo y performático para pensar en particular la dimensión del cuidado entre buscadoras desde las epistemologías feministas (Haraway, 1994; Harding, 2010)que habilitan una mirada situada visibilizando la construcción colectiva de agencia y politización de subjetividad en las mujeres buscadoras
Los cuidados, en tanto van produciendo en estos colectivos de mujeres una ética del acogimiento y habilitan “procesos micropolíticos de agenciamiento” (Lenta et al., 2020, p. 17) en la lucha que sostienen por verdad y justicia, son también aquello que sostiene la reproducción de la vida contra y más allá del orden colonial y patriarcal del capital y el Estado como afirma Raquel Gutiérrez aludiendo con ello a una dimensión más política y horizontal de tramas de obligación recíproca (Gutiérrez, 2021) y alejándose del tradicional concepto de cuidado pensado solo hacia personas dependientes.