Las múltiples crisis que vivimos a nivel planetario han generado fuertes cuestionamientos a los modelos de vida dominantes operados desde lógicas capitalistas, colonialistas y patriarcales. Estas crisis se materializan en el despojo, la extracción y la desvaloración de la vida así como en las múltiples violencias económicas, políticas, ambientales y sociales tanto en México, como en América Latina. El sistema político económico actual ha encontrado en las violencias sociales un mecanismo de reproducción de sí mismo al reforzar la cosificación de los seres vivientes, al fomentar la desvalorización de la vida, al promover los despojos territoriales, la protección de grupos paramilitares, los territorios, al reforzar una masculinidad hegemónica, entre otras. Estos procesos atraviesan los órdenes establecidos y las instituciones que los representan, siendo el Estado uno de los actores que más cuestionamientos y desmoronamientos ha presentado y teniendo impacto directo en la vida de las personas.
Es de interés de este simposio enfocarnos en los impactos que ha tenido la situación de guerra y las violencias que se han desatado en las últimas décadas en México, por grupos de delincuencia organizada, el narcotráfico, pero también por el despojo territorial que los proyectos extractivistas gubernamentales y privados han generado en los procesos escolares. El desplazamiento forzado como estrategia de sobrevivencia ante territorios asolados por la violencia, el cobro de piso en el momento de recibir la quincena, las balaceras ocurridas en las inmediaciones de las escuelas, son algunas de las situaciones que han trastocado la vida escolar y los sujetos que la habitan (maestros/as, estudiantes, comités, etc). Es indispensable que la antropología de la educación, como subdisciplina, coloque su mirada en las transformaciones las violencias y los despojos han generado, y con ello construya herramientas metodológicas diversas para entender y acompañar estas realidades.
En este contexto el simposio tiene dos objetivos: el primero es compartir investigaciones en torno a los sujetos y procesos escolares impactados por la violencia y el despojo territorial. En segundo lugar, reflexionar sobre las prácticas etnográficas que desde la antropología de la educación realizamos para aproximarnos y acompañar a realidades marcadas por las violencias sociales.