La violencia es un fenómeno sistémico que ha aumentado significativamente a través de los
últimos cincuenta años. En México incluso se puede considerar como un problema humanitario
por los efectos que ha tenido a nivel nacional. Tiene sus raíces en macroestructuras culturales,
sociales, políticas y económicas históricas. Los efectos de la violencia se pueden ver en diversos
espacios de la vida cotidiana de mujeres y hombres, aunque se expresa de manera diferente para
cada uno/a de ellos/as, pues tanto el género, como la clase, la edad, las condiciones de trabajo, los
territorios y los ámbitos donde se desarrollen influye en la mayor o menor exposición a la
violencia, las experiencias subjetivas vividas y la forma en que se enfrenta.
Dada la posición de desventaja estructural en que se encuentran las mujeres, así como por las
desigualdades en las relaciones de poder, son ellas más vulnerables a vivir una gran diversidad de
manifestaciones de violencia. Los espacios laborales son solo uno de muchos en donde las mujeres
viven de manera cotidiana experiencias de violencia. Independientemente del tipo de trabajo que
realicen, lo mismo sucede en espacios académicos, con mujeres profesionistas, obreras,
empleadas e incluso en el trabajo doméstico y de cuidados. Por lo que el objetivo de este simposio
es reflexionar sobre diferentes experiencias de violencia, experimentadas por mujeres, en diversos
ámbitos donde realizan trabajos, no solo en el que es remunerado sino también cuando realizan
actividades no remuneradas, como en los trabajos domésticos y de cuidados, espacios en donde
ellas siguen siendo más vulnerables a ser violentadas.
Las experiencias sobre las que se reflexionará, versan en violencias muy específicas y perceptibles
como las que se muestran con las académicas que laboran en instituciones de ciencias agrícolas y
en universidades de investigación en México y Estados Unidos, así como las que experimentan las
trabajadoras que se emplean en el corredor industrial de Huejotzingo. Otras manifestaciones de
violencia hablan de la explotación de la condición de mujeres, como en el caso de las que hacen
trabajos de cuidos, donde viven violencia al exigirles solo a ellas realizar trabajos donde además de
poner el cuerpo requieren de desgastes emocionales, conflictos y desorganizaciones familiares
que ellas tienen que asumir.
La importancia de analizar diversas experiencias, tanto en los ámbitos laborales como educativos,
domésticos y de la vida cotidiana, permite comprender la violencia como parte de una estructura
patriarcal, capitalista y colonial que ha normalizado e invisibilizado muchas manifestaciones que
abonan a mantener y reforzar las desigualdades en razón de género y que muchas veces no son
reconocen como violencia, incluso por quienes las están viviendo.