Simposio Temático

SP53. Gestión necropolítica de las diferencias en contextos de violencia.

Las (nuevas) formas de violencia experimentadas en diferentes ámbitos de la vida han generado también nuevas narrativas de exclusión y segregación. Estas nuevas narrativas políticas legitiman medidas ejercidas desde el poder con una clara dimensión necropolítica, sostenidas sobre el principio de que hay ciertas vidas o individuos –concebidos como “enemigos” (Mbembe 2011)- hacia los que se autoriza el despliegue de violencia (Butler 2006). El Estado ha ido construyendo una imagen ficticia (García González) y un conjunto de discursos y prácticas que han producido la racialización, estigmatización y criminalización de ciertas personas y colectivos (migrantes, mujeres, luchadores sociales como defensores de territorio y derechos humanos, etc.) que han justificado la dominación y el desprestigio moral de los mismos.
Creemos que es necesario identificar y pensar sobre las nuevas formas de violencia, dispositivos y tecnologías de poder instaurados desde, por ejemplo, la experiencia colonial, pero también desde nuevas prácticas de excepcionalidad gubernamental que poco a poco se han ido normalizando (la violencia de género o la crisis de desaparición, por ejemplo) generando una reestructuración de subjetividades. En este simposio nos interesa analizar y reflexionar tanto las “nuevas” narrativas como las “respuestas” colectivas que, desde diferentes lugares de acción y enunciación, se han presentado como reacción a estas necropolíticas. En ese sentido, consideramos importante abordar la emergencia de sujetos en resistencia, así como la producción de nuevas narrativas y saberes (propios de las tecnologías virtuales, por ejemplo) que se construyen desde ese contexto de violencia.
Finalmente, planteamos la necesidad de dialogar desde una perspectiva interseccional que nos permita pensar las múltiples condiciones que refuerzan la exclusión y vulnerabilización de ciertos sectores sociales; esto no sólo es un desafío sino un imperativo ético para la disciplina, pues las nuevas violencias son uno de los signos constitutivos de nuevas formas de desigualdad y desechabilidad que debemos atender.