Dentro de la práctica antropológica, el trabajo de campo es un pilar fundamental para construir el conocimiento; en dicho ejercicio, la convivencia e interacción con los otros van configurando y estableciendo lazos de convivialidad, pero también de cuidados colectivos. En la mayoría de las ocasiones, el investigador no es consciente de las violencias que atraviesan y ante los cuales, los otros toman acciones para su protección, incluso de él mismo. En tal sentido, existen momentos en que los investigadores nos olvidamos de que, ante todo, somos personas, y que las violencias no siempre vienen de afuera, sino desde adentro -de nosotros mismos-. En ese simposio proponemos reflexionar las implicaciones del quehacer antropológico, el trabajo investigativo y los cuidados necesarios que se ejercen durante nuestras pesquisas, al mismo tiempo que se pretenden ofrecer propuestas que abonen en la práctica de los (auto) cuidados que son necesarios y que, en el momento de documentar el trabajo de campo antropológico permanecen invisibilizados por el mismo quehacer investigativo.