Entender a las instituciones de investigación y las prácticas en la academia, como parte de una configuración del orden político patriarcal occidental, de índole burocrático, vertical, jerárquico y como un organismo que funciona como corporativo (o corporación) masculina, en donde las jerarquías excluyentes son altamente valoradas. A partir de esto, se construyen relaciones de poder, de control y dominación, que se ejercen en función de un capital simbólico del conocimiento.
Estas relaciones de poder entrañan prácticas violentas ejercidas mayormente sobre las mujeres quienes desde distintos lugares y posiciones (estudiantes, investigadoras, docentes, becarias, asistentes, etc.) han transitado por el ámbito académico. Por tanto, resulta necesario reflexionar sobre las formas de ejercicio de violencia en estas instituciones, las cuales se realizan o funcionan mediante detonantes “subjetivos” del ya mencionado capital simbólico del conocimiento; y también conforme a parámetros patriarcales, capacitistas, racistas, clasistas y de exclusión (la colonialidad del saber)
Bajo este panorama, resulta trascendente indagar y/o preguntarse por las formas, las prácticas y las maneras en que las personas violentadas por la academia, pueden o han podido organizarse, parar enfrentarse o encararse a ese contexto patriarcal con sus múltiples violencias; si es que han hecho esto, o cómo han podido o consideran que puede organizarse la construcción de otra forma de academia no patriarcal, excluyente y capacitista.