En este simposio analizaremos la complejidad del proceso alimentario relacionado con la violencia estructural, las posturas feministas y la construcción de alternativas por parte de las mujeres en diversas condiciones de desigualdad. La alimentación como práctica social permite profundizar en sus significados y comprender las desigualdades estructurales en las que se alimentan los diferentes grupos humanos. Desde las ciencias sociales y los estudios feministas se han analizado las tareas alimentarias condicionadas por la cultura de género, que reproducen modelos de discriminación y exclusión. Por ello, la alimentación es un campo social en el cual se intersectan varios sistemas de poder y diversas formas de violencia. Históricamente las mujeres han sido consideradas las encargadas del cuidado de la salud y de la alimentación familiar, relacionado con la división sexual del trabajo doméstico. Estas actividades cotidianas posibilitan la reproducción social y las relaciones intergenéricas de poder al interior del grupo doméstico caracterizadas por la subordinación de las mujeres y que se manifiesta en distintas formas de violencia, desde la simbólica, la física hasta la estructural. Las posturas teóricas-políticas desde los feminismos muestran la diversidad de enfoques y claroscuros en la comprensión de este tema y que podemos englobar en dos enfoques: 1) aquellos que la analizan como reproducción de la subordinación; 2) como prácticas liberadoras, emancipatorias y de ejercicio del poder de las mujeres. Los trabajos de este simposio muestran la riqueza del análisis del proceso alimentario desde estas posturas feministas, las violencias y las estrategias de las mujeres para enfrentarla desde una práctica cotidiana como es la alimentación.
En este simposio se discutirán resultados de investigaciones cualitativas sobre el tema alimentario que se han realizado en diversos contextos de México. Una de ellas reflexiona sobre la lactancia materna y las diferentes posturas desde los feminismos para posicionarla como un asunto de derechos. En otra investigación se discute desde la postura teórica de los feminismos comunitarios y decoloniales, sobre las cocinas rebeldes y su importancia política como resistencia ante el sistema alimentario global y como apuesta de la agroecología feminista. Dos investigaciones más reflexionan sobre las estrategias para el acceso a alimentos entre mujeres pertenecientes a pueblos originarios, migrantes y trabajadoras agrícolas, quienes han encontrado en el traspatio una práctica política y reconocimiento de la identidad alimentaria en un contexto de explotación laboral. Estas prácticas y saberes se analizan como procesos de empoderamiento y de resistencia ante el modelo económico y alimentario. Por último, otro de los trabajos se discute sobre las relaciones intergeneracionales que se dan entre mujeres y de la violencia que se teje alrededor de la comida y la cocina, siendo este un espacio donde se reproducen las normativas de género.