Este simposio tiene como objetivo reflexionar sobre el papel de lo religioso-espiritual como parte de gestiones mediadoras, reparadoras, o de construcción comunitaria que involucran lo corporal y lo emocional como estrategias para solución de problemáticas. Trabajos de diversas investigadoras e investigadores han abordado cómo se configuran terapéuticas desde algunas corrientes religiosas para atender los problemas de drogadicción y alcoholismo, como Olga Odgers y Olga Olivas. Otros han señalado la intervención de creencias espirituales y terapéuticas holísticas en los procesos de salud/enfermedad/atención; profundizando tensiones y complementariedades de las definiciones hegemónicas del ámbito biomédico, o trazando nuevas rutas de análisis que llevan a cuestionar y reconfigurar procesos, protocolos y políticas públicas por organizaciones internacionales como la OMS, al respecto Rodrigo Toniol tiene una amplia producción.
Por otro lado, hay abundantes estudios que analizan los impactos de la popularización de la psicología e, inclusive, cómo se han hibridado con creencias de corte espiritual y religioso, derivando en terapias alternativas que desdibujan las fronteras entre las creencias y la psicología, por ejemplo la atención a través de constelaciones familiares, como lo señala el trabajo de Arely Medina. Estas formas de atención que llevan un alto contenido de atención a las emociones y al cuerpo, están en un proceso de introducción a otros espacios institucionales, escolares, empresariales, entre otros, como lo han señalada Eva Illouz y Paul Heelas. En esa línea el impacto de las culturas psi, están también algunas agrupaciones religioso-espirituales que ofrecen terapéuticas psicoespirituales con el objetivo de brindar atención a creyentes que han vivido procesos de depresión, violencia (física y psicológica) (Giménez y Fernández, 2018; Viotti, 2018); de atención al alcoholismo como AA cuyo éxito se debe en gran medida a la conformación de comunidades emocionales. Están también los casos de comunidades que atienden discriminación por género u orientación sexual–como las llamadas “terapias de reorientación sexual”– como lo retratan Mazariegos (2021) y Andrade (2023); o para ayudar a transitar a las personas por etapas de vulnerabilidad como los duelos, el encierro o la búsqueda del origen de algún padecimiento crónico o problema familiar y personal (Papalini, 2014; Vargas, 2019; Vargas y Mazariegos, 2023).
Pero, ¿de qué formas los abordajes actuales están problematizando: los conflictos sociales o de clase; las violencias estructurales; los conflictos y violencias al interior de las comunidades emocionales y de autoatención; o de qué formas analizan los aportes de estas formas de atender el cuerpo y las emociones? Este simposio es una invitación a problematizar cambios socioculturales, carencias institucionales, crisis estructurales que violentan la calidad de vida, a través de las formas de atención cercanas a lo religioso- espiritual. También es una invitación a dar cuenta de las soluciones a conflictos que estas nuevas formas de producir, atenderse o conformar a la persona plantean. Tomando en cuenta lo anterior recibiremos propuestas de ponencia enfocadas en analizar y problematizar el vínculo entre lo religioso-espiritual con las emociones y corporalidades, así como los acompañamientos, e implementación de técnicas de corte psicoespiritual en ámbitos de salud, institucionales, laborales y empresariales, entre otros.